¿Les gusta el término? Significa “que padece tribulación” (RAE), y tribulación significa acongojado. Apenado. Entiendo que utilizar semejante palabro para encabezar mi colaboración le proporciona un cierto lustre erudito, lo que no ocurriría con apenado. Lo cierto es que estoy afligido por como maltratamos, me incluyo, nuestro idioma en publicidad. ¿Qué hace un director de arte como yo en un tema como este? Me considero un imagocopy (puestos a inventar…) A mis alumnos les explico que los redactores de textos dibujan con palabras –como los poetas-, y los directores de arte escribimos con imágenes –mensajes visuales que actúan como anclaje al discurso visual o son discurso en sí mismos-. Y puesto en esta tesitura, es lógico que me sienta contribulado cuando en un anuncio de Movistar leo el siguiente diálogo en la pantalla de una BlackBerry: Hola!! Ktal? stoy n ksa de mi hermano y eso?!! Kieres ir a comer algo? ok. Mapetece mcho pizza. Tapuntas.¡¡genial!!. Pero me acongojo más cuando en un ensayo dedicado a “analizar textos visuales” he sufrido la lectura de desafueros tales como:desproblematizarla, metaforización, fantasmatización, espectatorial, espectacularización, impredicabilidad, tematización, visibilización…entre otros muchos que omito por razones de espacio. En el primer caso comprendo, no justifico, que el objetivo de alcanzar a un público diana determinado exige la mímesis de su forma de expresarse. Pero no puedo entender que un catedrático de Teoría General de la Información en la Universidad Complutense retuerza un idioma rico como el nuestro para convertirlo en una jerga seudocientífica para iniciados. Una pésima contribución al conocimiento para sus discípulos y quienes, como yo, estamos interesados en comprender mejor la imagen como vehículo de lenguaje, anterior en miles de años a la invención de la escritura. Por cierto: el subtítulo del libro “Mirar lo que nos mira” es un supuesto falso. El espectador, espectadora, miran. La imagen reproducida es sólo objeto destinado a ser mirado.EL OJO EN LA CALLE
Eduardo Oejo.
Contribulado.